domingo, 5 de abril de 2009

¿Una maquinaria enorme y costosa?

Uno de los mitos contra las que la UE debe luchar es la percepción que se tiene de sus Instituciones como "un monstruo burocrático" con miles y miles de funcionarios que cobran unos sueldos de vértigo por realizar unas tareas grises, que carecen de importancia para "la vida real".

Basta acercarse un poco para ver que la realidad es bien diferente.

Pongamos por ejemplo la Comisión europea: este órgano, que se encarga de elaborar las propuestas legislativas, emplea “sólo” 35.000 funcionarios. Esta es una cifra bastante baja, ya que es comparable al número de funcionarios que trabajan por ejemplo en una ciudad europea de tamaño medio. De hecho, si restamos el personal administrativo, los traductores, intérpretes, etc, la cantidad de funcionarios que se dedican a la elaboración de las políticas resulta abrumadoramente bajo, teniendo en cuenta las grandes responsabilidades que tienen (elaboración de legislación y administración diaria de políticas que afectan a 500 millones de ciudadanos).

Respecto a los sueldos, repasemos algunas cifras. El presupuesto comunitario representa a groso modo el 1,2% del PIB de los Estados miembros. De esta cantidad, la enorme mayoría, se destina a políticas de cohesión (Fondos Estructurales para equilibrar las diferencias de desarrollo regional en el interior de la UE), al presupuesto agrícola, a programas comunitarios de (por ejemplo) desarrollo rural, medio ambiente, etc. Los gastos administrativos son sólo el 6%, y los sueldos de los funcionarios son sólo una parte de ello.

No soy funcionario de la UE y no me corresponde “defender a los pobres eurócratas", solo trato de poner las cosas en perspectiva. Soy consciente de que si normalmente los funcionarios tienen mala imagen, los de Bruselas, que están “ahí arriba” y nadie sabe muy bien qué hacen, aún más.

Respecto a los salarios de los europarlamentarios, hay algo que poca gente conoce: los miembros del parlamento europeo cobran EXACTAMENTE LO MISMO que los miembros de los Parlamentos nacionales en sus respectivos países. Esto provoca unas diferencias enormes entre europarlamentarios: los Italianos son los que más cobran, mientras que los españoles reciben menos de la mitad, y los búlgaros, por ejemplo… ¡apenas el 7% de lo que cobran sus colegas transalpinos!.

Tras las elecciones de junio de este año, se va a poner fin a estas disparidades, y se uniformizarán los salarios básicos (para unas nacionalidades bajará, mientras que para los países del Este de Europa subirá).

Repito que tampoco es mi labor decir aquí que “los pobres parlamentarios” no ganan tanto. Es un trabajo muy bien pagado, y las dietas por desplazamiento, etc, pueden llegar a ser muy generosas (y poco controladas, por cierto, pero ya volveré sobre esto en otra entrada de este blog). Pero al fin y al cabo, los que deciden sobre estos temas (presupuesto, etc) son LOS ESTADOS MIEMBROS, así que en caso de queja, hay que llamar a la puerta de los Zapateros, Berlusconis, etc. Y también hay que ver lo que ganan los parlamentarios nacionales y sus dietas, para evitar agravios comparativos.

El mito de “la monstruosa máquina burocrática de Bruselas” es pues, a mi entender, falso. Es más, creo que una de las razones por las cuales el lobby florece en Bruselas es precisamente el hecho de que las Instituciones que cuentan con poco personal, y buscan apoyos externos para elaborar normativas lo más equilibradas posible, y ahí están los lobbies (no sólo empresas y el gran capital: también intereses regionales, asociativos, etc) para tratar de influir.

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