martes, 13 de octubre de 2009

Resulta que alguién se adelantó, pero en realidad da igual

Debo admitir un error en mi anterior entrada, ya que una simple búsqueda en Google me ha hecho ver que hubo alguien que acuñó el término "Lobby vasco" (refiriéndose a la Unión Europea) antes que Patxi López. Fue en la campaña electoral: en este artículo de El Diario Vasco se puede ver que Iñigo Urkullu anuncia que al PNV va a crear un lobby de este tipo en Bruselas.

Quede escrito para la crónica, pues.

Aunque en mi opinión el citado "lobby" debería alejarse de cualquier consideración política y / o partidista, e incluso geográfica: crear un lobby es algo bastante más duradero que una disputa temporal dependiendo de quién esté en el poder. ¿Sufrirán los intereses franceses en Europa cuando Sarkozy abandone el Eliseo? ¿Depende el lobby alemán (o los lobbyies alemanes: pensemos en el automovilístico, en el químico, o en el lobby verde, también poderoso) de que el Canciller sea Merkel u otra persona? Está claro que no.

La clave de estos llamamientos, su 'buena noticia', es su contribución para extender el buen uso de la palabra lobby, y su (también buena) práctica. En una palabra: este tipo de declaraciones por parte de los políticos ayudan a desdramatizar el lobby, lo cual es un primer paso, importante, para democratizarlo.

Se ha insistido mucho, durante demasiado tiempo, en que hacer lobby es monopolio de los poderosos, que manejan los hilos en la sombra mediante mecanismos dudosos para defender fines oscuros.

Digámoslo pues alto y claro: No. Es posible hacer las cosas desde otra perspectiva y con otra mentalidad. Esta concepción negativa del lobby no sólo es errónea, sino negativa para quien la mantiene. El lobby es el arte de hacer oír una voz (vasca, extremeña, húngara, nórdica o irlandesa; conservadora, internacionalista, pro-nuclear, pro-reciclable, pro-OGM, pro-eficiencia energética, pro-multinacionales, asociativa...). Subrayo lo de arte: se precisa una gran tarea de trabajo previo, cautela y audacia, en dosis variables y maleables.

Nadie ha dicho que sea fácil, ojo. Hace falta voluntad de trabajo, de compromiso, de hacer las cosas con fundamento, de no querer entrar como un elefante en una cacharrería, de estar dispuestos a ceder hoy un poco para poder recuperar mañana y -sobre todo- de crear algo sólido y duradero, que por encima de coyunturas cuente con una base firme que represente unos intereses concretos de un modo estructurado y creíble. Y para ello hacen falta al menos dos cosas:

- Hacerse un nombre: que los actores de los que se trate (empresas, asociaciones, tercer sector) conozcan en detalle -o al menos en sus bases- cómo funciona el 'sarao' europeo, quién elabora las políticas que van a marcar nuestro devenir, cómo influir en ellas y cómo tener acceso a las fuentes de financiación, para hacerse respetar como una voz creíble y proactiva;

- Establecer lazos: Que se creen sólidos nexos de unión entre (en este caso Euskadi, y quien me lea que se aplique el cuento) y Bruselas, no sólo desde el sector público (ya tenemos la Delegación, que funciona estupendamente) sino desde el privado, con una perspectiva más flexible y dinámica, adaptable a las circunstancias e intereses de cada uno y de cada período.

Ya lo hemos dicho, pero lo repetiremos todas las veces que haga falta: otros lo llevan haciendo desde hace décadas. Y nos llevan mucha ventaja. Si de verdad somos una sociedad dinámica y emprendedora, como nos gusta repetir cada vez que hay ocasión, si queremos llevar nuestra 'Euskal Hiria' -con su mensaje y su mentalidad abierta- más allá de las fronteras, hay que demostrarlo.

A por ello, pues. Ahora.

martes, 6 de octubre de 2009

Un lobby vasco

Así, sin comillas. El mérito de haber lanzado este concepto en los grandes medios corresponde a Patxi López.

Ayer en Bruselas -el vínculo es al al artículo de El País, aunque la noticia sale en casi todos los medios- el Lehendakari celebró por la mañana una reunión (auspiciada y organizada por el fantástico equipo de técnicos de la Delegación de Euskadi ante la UE) con varios representantes del empresariado y de la sociedad civil vasca presentes en la capital Belga; y por la tarde, ante los medios de comunicación, lanzó una llamada nítida, y -ay- novedosa. "Euskadi necesita tener un lobby vasco", dijo.

El "ay" lo pongo porque el único 'pero' a esta idea es que debería haber sido lanzada hace tiempo (de hecho, l@s lector@s habituales de este blog -si hay alguien- saben que algunos veníamos ya mascullando este concepto no sin cierta frustración, por aquello de la falta de eco).

Se puede decir en cierto modo que dicho 'lobby' lleva décadas en marcha: la propia delegación de Euskadi en Bruselas, puesta en marcha de un modo pionero en el Estado por el Gobierno nacionalista en los años 80, es el mejor ejemplo de 'lobby' Institucional ante la UE. Sin embargo, faltaba ese matiz digamos "empresarial", de romper moldes y -claro, por supuesto- usar la palabra maldita. Podría haber hablado de "representar intereses" o de "hacerse oír", pero López dijo "hay que crear un lobby". Bienvenida sea la convocatoria, y más si viene desde las más altas esferas autonómicas.

Que las empresas, Instituciones y el tercer sector vasco necesitan un buen lobby europeo no es ningún secreto, parece más bien una evidencia: un sector empresarial tan dinámico debe saber defender sus intereses de un modo adecuado ante las Instituciones que forjan las políticas de su marco más inmediato, las Europeas. Está bien fomentar la internacionalización hacia los mercados emergentes en Asia, o animar a los empresarios a que inviertan y negocien al otro lado del Atlántico. Pero si no conoces bien el terreno en el que te mueves cada día, si no estás al tanto de quién hace qué en los organismos que van a influir en las normas a las que estás sujeto y no tratas de tener tu voz allí (es decir, "aquí"), cometes un error de base.

Además, tratándose de Euskadi, una zona tan "conocida" por otro tipo de problemas, el hacer oír su voz en el exterior de un modo nítido, que elimine barreras y deshaga prejuicios, se convierte en un imperativo inmediato.

La cuestión, claro, es hacerlo bien: sin prisa, pero sin pausa. Construyendo poco a poco las redes para aumentar tu influencia, los tejidos para dar a conocer tu buen hacer, las confianzas necesarias que se trabajan hoy para influir mañana. Euskadi necesita que sus fuerzas vivas (y no hablo sólo del empresariado, sino del muy dinámico tercer sector) sepan qué se cuece en Europa, y que en Europa se sepa qué se hace en Euskadi. El descubrimiento merecerá la pena para ambas partes.

Y si de paso podemos hacer algo por el buen nombre de la palabra "lobby", de modo que ya no sean necesarios los matices de "en el buen sentido de la palabra", como dijo ayer el Lehendakari López en Bruselas, mejor que mejor.

Vamos a ello, pues.