lunes, 4 de mayo de 2009

Un Parlamento cercano

Es seguro que estos días se hablará mucho de la necesidad de "acercar la UE al ciudadano".

Lo de "acercar" las Instituciones a los europeos me suena a movimiento forzado, algo así como ofrecer jarabe a un niño que no lo quiere ni probar, y cuya cara de disgusto va aumentando según la cuchara se arrima a su cara. Creo que el camino a recorrer debería ser el opuesto: permitir que el ciudadano se acerque a la UE, porque vea que es algo atractivo. La tarea, sin embargo, no es fácil. Hay muchas barreras, la mayoría de las cuales no son imputables a la ciudadanía. Para empezar, los europeos necesitan aumentar el poder de su voto: no se puede argumentar que el europarlamento es importantísimo para la vida diaria del ciudadano cuando esto es sólo una verdad a medias (o a tres cuartos, pero no entera).

Lo que se decide en Bruselas y Estrasburgo es esencial en temas como la legislación medioambiental y la protección de consumidores, pero el Parlamento que vamos a elegir el 7 de junio no tiene absolutamente nada (o casi nada) que decir en materias tan sensibles como la política fiscal, las ayudas agrícolas o en la política exterior de la UE.

Y es que esto de la UE se asemeja a una preciosa casa en permanente construcción, con la cocina –la Comisión- completamente amueblada, los dormitorios para los 27 habitantes terminados… pero la sala de estar (donde se reúne la familia para tomar las decisiones importantes) hecha unos zorros. Y no puede ser. Hay muchas competencias que deben ser “conquistadas” aún por el Parlamento para que esta asamblea sea realmente decisiva en todas las áreas que afectan a la vida corriente de los ciudadanos.

Además, está el tema de las listas electorales. En la mayoría de los Estados de la UE, los partidos tienen listas únicas (como sucede en España). Esto favorece el anonimato y la lejanía con respecto al ciudadano. Conocemos al jefe de filas, pero no tenemos ni idea de quién es, cómo respira y qué va a hacer el número 10, o el 17. Y, por supuesto, nada de seguir de cerca lo que hacen una vez elegid@s.

Así, no es lo mismo votar en España que en el Reino Unido, donde cada circunscripción regional debe elegir a varios candidat@s (por ejemplo en Yorkshire and the Humber, con tres millones de electores, cuenta con seis “elegibles”). Ahí sí que se tiene en cuenta la cercanía de las propuestas de cada político para su región, y se facilita el seguimiento de lo que cada un@ hace.

Un sistema electoral uniforme (preferentemente al modo británico, promoviendo la cercanía al ciudadano) facilitaría mucho las cosas.

Se trata, en definitiva, de allanar el camino que permita a los europeos que se acerquen a las Instituciones. Desafortunadamente, la llave para lograr estos avances (mayores competencias para el Parlmamento, uniformización de los sistemas electorales) no está en la propia eurocámara, sino en una decisión unánime de los Estados miembros. Pero estos son al fin y al cabo comandados por los gobernantes que elegimos cada cuatro años, así que… ¡habrá que hacer presión sobre ellos!

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